RUTA ASTURIAS. DÍA 5: AMANECER EN EL ALTO DEL FITU Y RUTA JURÁSICA II
Hoy es de esos días en los que el despertador no molesta. A pesar de que eran las 6.15 de la madrugada nos levantamos y vestimos sin remolonear. Una Isis perezosa que no sabía a dónde íbamos nos miraba medio dormida en la cama. Con sólo oscuridad a nuestro alrededor montamos en el coche y pusimos rumbo al Alto del Fitu.
La empinada carretera se nos antojaba angosta debido a la mínima luz con la que íbamos. El silencio absoluto reinaba fuera del coche, los animales aún dormían. Aparcamos y sin hacer ruido fuimos al mirador.
Las primeras luces del día nos descubrían un mar de niebla que discurría por las bruscas montañas de la sierra del Sueve. Las vistas eran sobrecogedoras y la cámara no daba a basto intentando captar en una fotografía el sentimiento que dominaba nuestro ser en esos momentos. Estábamos viendo el amanecer.
Un color anaranjado empezó a invadir el cielo y, sin palabras, nos sentamos a disfrutar del espectáculo que la Naturaleza tenía preparado. La cámara no disparaba, estábamos tan absortas que no podíamos apartar la vista del horizonte.
Hay momentos en los que por mucho que nos guste la fotografía merece la pena simplemente observar y que las imágenes se queden grabadas en tu retina aunque luego no las puedas colgar de la pared. Y eso es lo que nos pasó cuando el sol empezó a despuntar comiéndose con su halo rojizo el oscuro cielo.
Un dulce pajarito resonaba en la quietud de las montañas y pronto se unieron a su cántico más congéneres que hicieron ese momento aún más especial.
Estábamos viendo las primeras luces del día, la salida del astro rey…vimos cómo el bosque cobraba vida en las montañas y sus habitantes despertaban con el amanecer de un nuevo día.
Fue uno de los momentos más especiales que hemos vivido y que jamás olvidaremos. Estábamos solas notando cómo la vida se abría paso. El sol ya inundaba el cielo y el mar de niebla empezaba a esconderse.
Isis estaba sentada con nosotras, me gustaría saber qué pasaba por esa cabecita perruna. Creo que ella también notó la emoción del nuevo día. Olfateando todo y con mirada curiosa nos observaba.
Cuando contemplas algo tan mágico como un amanecer en mitad de la nada en una montaña sin hordas de turistas a tu lado, ese momento se hace más notable. Se abre en ti algo que vive en tu ser. Debe ser algo primigenio. Llevamos imprimada la Naturaleza y, si te dejas llevar, ese algo inunda como un torrente cada célula de tu cuerpo revitalizando cada poro de tu piel. No piensas, sólo disfrutas con una sonrisa en la cara y con una mirada de asombro y admiración todo lo que en ese momento te rodea.
RETOMAMOS LA RUTA JURÁSICA
Esta vez íbamos con las mareas controladas y sabíamos que las rocas iban a estar accesibles. Aparcamos en el pueblo de Tereñes y fuimos andando hasta el cartel que indica dónde están los acantilados. Como veis la señal es muy clara.
Encontrar esas huellas nos hacía mucha ilusión y estábamos convencidas de que íbamos a dar con ellas. No fue fácil. Pensamos que igual estaban marcadas como en otro sitios pero no. Lo cual lo hizo más aventurero.
La marea, en efecto, estaba baja pero las piedras resbalaban tanto que era como andar sobre aceite pero nada que con mucho cuidado y despacio no se pueda solucionar. Así fuimos avanzando y ahí estaban sobreviviendo al paso de los millones de años, a la erosión, a los azotes del mar en su estado más violento, a todas las inclemencias del tiempo. ¡Ahí estaban!
No pudimos resistirnos a poner nuestra mano en la huella y es asombroso el tamaño de estos gigantes.
Seguimos avanzando buscando más, ahora más motivadas tras este descubrimiento, y encontramos otras que en este caso sí estaban cuidadas o eso creímos porque estaban llenas de cemento. Eran huellas de saurópodos, como las del famoso Piecito.
En las rocas que se ven ahí abajo están las huellas, no vamos a poner las fotos para no fastidiaros la aventura pero si tenéis alguna duda porque no las encontráis ¡estaremos encantadas de ayudaros! Eso sí, paciencia porque no están fáciles de encontrar a pesar del tamaño que tienen.
Un relajante y divertido día nos lleva a la cama a descansar.
Joo,pues confieso ke le di para abajo adelantándome al texto para ver las huellas y …me quedé cn las ganas…Jajaja pero se entiende perfectamente el por qué no la ponen, saludos!
la verdad que estuvimos pensando si ponerlas o no pero para nosotras encontrarlas por las rocas fue parte de la aventura y no queríamos quitar esa parte a los que hagan esta ruta! Pero si algún día vas te daremos pistas 😉
Un abrazo!
Nos ha encantado! Mira que somos más de atardeceres, pero este amanecer es mágico!!
Fue un momento precioso! Estar entre las montañas y ver el sol salir por el mar es magia!
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