RUTA POR ASTURIAS. DÍA 2: EN BUSCA DE HUELLAS DE DINOSAURIO Y CENA EN RIBADESELLA
Una de las cosas que más nos gusta de viajar con tienda de campaña es el suave despertar con la luz que, tímida, va inundando la estancia mientras los pajaritos de árboles cercanos te van sacando suavemente del sueño.
Hoy nos pusimos ropa cómoda para andar y calzado adecuado ya que nos vamos de Ribadesella a Tereñes caminando. Tengo que admitir que no se trata de una ruta cualquiera…nuestra meta es encontrar las huellas de dinosaurios que hay repartidas por las rocas costeras.
Si os gusta este tema os recomendamos hacerla totalmente. En las fotos no os vamos a poner el lugar en el que se encuentran las huellas para no quitaros la magia del momento. Hemos de decir que tuvimos que ir dos días para encontrarlas. Ya lo iréis viendo.
Así que con la emoción de unas niñas nos pusimos en marcha. La ruta es muy cómoda y va al lado de la carretera por lo que no tiene pérdida alguna. Un cartel nos anunciaba que ya estábamos en Tereñes. La ruta es toda en cuesta arriba y hay que pasar el pueblo para ver el cartel que nos avisa de los tipos de huellas que podemos encontrar.
Bien, ya estamos cerca. Seguimos a una alocada Isis que iba correteando entre eucaliptos hasta que llegamos a los acantilados. No sé si se quedó sorprendida por toparse de repente con la majestuosidad del mar ante nosotras o le entraron dudas de si tenía que bajar a las piedras. La marea estaba más alta de lo que habíamos previsto y rompía con rabia contra las imperturbables rocas.
El momento fue sobrecogedor, el poder del mar es infinito y moldea las montañas a su antojo. Las huellas era misión imposible y peligrosa debido al estado del mar por lo que aplazamos nuestro momento Jurassic Park para otro más calmado y factible.
Si vais a ir en busca de las huellas os recomendamos ir con calzado apto para las rocas mojadas y tener muy en cuenta los horarios de las mareas, cuanto más baja esté mucho mejor ya que las rocas estarán más secas y serán menos peligrosas y podréis acceder a buscar las huellas sin problemas. |
En cambio, nos sentamos en una roca alejada del azote marino con Isis en brazos y nos quedamos contemplando esa fuerza durante un rato.
El sol empezaba a calentar demasiado así que decidimos volver, como podéis imaginar, por un camino distinto al que habíamos venido.
En busca de una fuente y un manantial nos metimos de lleno por el bonito pueblo de Tereñes. Casas de piedra y perfectos horreos nos fueron saludando por el camino. No había manera de dar con la fuente hasta que una agradable mujer con el pelo cubierto de blanco, la cara surcada de arrugas y un delantal por bandera nos indicaba con una sonrisa imborrable el camino que teníamos que seguir para llegar a la fuente y el manantial. Nos despedimos de esta agradable mujer y nada más torcer la esquina nos topamos con una pareja de gaiteros que iban amenizando el pueblo. ¿Podía ser todo aquello más especial?
Más adelante descubrimos que curiosamente sí podía serlo. “Cuando lleguéis a una casa en restauración, torcer a la derecha y un camino os llevará hasta el manantial”. Así pues, dimos con el camino y no podía ser más bonito. “Es un lugar muy especial y su agua la hemos usado durante años por su pureza, os va a gustar”.
Con esas palabras retumbando en la cabeza descendimos por el estrecho camino que cada vez se metía más en una espesura verde que prometía mucho. Y ahí estaba, el manantial enmarcado en un verde increíble. No dudamos de la pureza de su agua, sólo por el sitio en el que se encuentra seguro que tiene algo de magia.
“Al volver no lo hagáis por el pueblo, seguid el camino que es mucho más bonito y acaba en el mismo sitio”. Sin dudarlo hicimos caso de las palabras que nos había grabado en la mente la señora con su sonrisa y seguimos el camino. Una brisa con aroma a eucalipto nos bañaba mientras caminábamos por una senda que jugaba a esquivar árboles y te regalaba unas vistas preciosas.
No se nos borraba la sonrisa de la cara. Estábamos en medio de una abrumadora Naturaleza en la que sólo se oían hojas moviéndose y rítmicos cantares de pajaritos ¿qué más podíamos pedir?
RIBADESELLA
Ribadesella la teníamos a 3 km andando desde el camping así que esa tarde fuimos a dar un paseo por el pueblo y ver que podíamos cenar. Lo primero que nos recibe es el pequeño puerto y un montón de gaviotas que se aprovechaban de la marea baja para descansar tranquilas en una isleta de arena.
La villa de Ribadesella es famosa por ser la meta del mítico Descenso de Piraguas, fiesta asturiana de interés internacional. Y no es para menos, nosotras lo hemos visto y mola mucho. También tiene un interés declarado Patrimonio de la Unesco como es la Cueva de Tito Bustillo donde un montón de arte rupestre te espera.
Sus calles más céntricas, donde se sitúan la gran parte de los restaurantes y tiendas, mantienen ese aspecto marinero dotando a la villa asturiana de un ambiente encantador.
Tras un paseo por este bonito pueblo enseguida supimos qué queríamos cenar y nos dimos un pequeño homenaje con productos asturianos acompañados de una buena sidra. Nosotras fuimos dos veces al Restaurante El Ancla por su relación calidad-precio. Aquí os enseñamos parte de ese homenaje del que os hablábamos.
Aún recordamos el sabor de las zamburiñas y se nos hace la boca agua.
Si tienes pensado ir de ruta por estas preciosas tierras no te pierdas la entrada de nuestra subida al Alto del Fitu.
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